sábado, 11 de octubre de 2008

EL PODER DEL APOSENTO SECRETO

Lectura Bíblica: 2ª Crónicas 14:1-7; 15:1-5 Mateo 6:6

El Antiguo Testamento nos dice que Dios dividió a su pueblo en dos categorías: “ Los que me buscaron, y los que no me buscaron”. El rey Asa comprendió por qué Dios los bendecía, prosperaba y los mantenía en paz con sus enemigos: “Porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y el nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados” 2ª Crónicas 14:7

“Mas tú , cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” Mateo 6:6

Hoy podemos decir que Dios tiene dos clases de hijos: los que le buscan regularmente en su aposento secreto de oración y los que no lo hacen. Cuando Dios se airó con Israel a causa de su idolatría, Moisés levantó su tienda de oración fuera del campamento. Exodo 33:7 “cualquiera que buscaba al Señor, salía al tabernac7lo de reunión que estaba fuera del campamento”.

Había un remanente fiel dentro del pueblo de Dios que emergía entre la idolatría de Israel, que sabían que tenían que ir fuera del campamento, para no caer en la apostasía que se extendía entre el pueblo, que se tomaban el tiempo y realizaba el esfuerzo de buscar al Señor.

Siglos mas tarde el pueblo gobernado por el rey Asa comprendió por qué Dios los bendecia y prosperaba, y los mantenía en paz con todos sus enemigos:” Porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y El nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados” 2ª Crónicas l4:7.

Durante el reinado de Asa, un ejército de un millón de etíopes marchó contra Israel (vers. 11 al l3) cuando Asa fue atacado, cayó sobre su rostro y se volvió a Dios en oración…¡y Dios respondió con victoria! .

El profeta Asarías vino a Asa y le dijo (leer 15:2) , Asarías sabía que la victoria podría tentar al rey a sentirse orgulloso y volverse a la carne, cada vez que Israel buscaba al Señor, Dios los bendecía (leer 15:4) .

Está escrito del rey Uzías :”En éstos días en que buscó al Señor, El le prosperó…y su fama se extendió lejos porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso (2ª Crónicas 26:5,15) . Pero en su prosperidad, éste rey dejó de buscar a Dios; el orgullo comenzó a entrar en su corazón y se enalteció; Uzías dependió del brazo de la carne, ¡y terminó leproso, muriendo cubierto de vergüenza.

UN APOSENTO SECRETO


Tener un aposento secreto significa estar a solas con Dios en cualquier parte y en cualquier momento ( no se refiere tanto a tener un cuarto especial sino, mas bien al hábito de estar a solas con Dios).

“Aposento de oración” significa “habito de oración “, ¿tenemos esta práctica diaria de estar a solas con Dios? (un cuarto, el auto, un lugar o paraje, etc.) Esta oración tiene que ver con la intimidad con Dios, el Señor hizo la distinción de los que oran en la intimidad o secreto, y los que oran para ser vistos por las gentes.

Los hipócritas son actores, personas que actúan como santos pero su interés es el halagó de otros, (Mateo 6:5), siempre la carne ama ser reconocida y aplaudida.

EL HIJO PRODIGO

Lucas 15:11-24 (Romanos 5:1:18)

Introducción: Cristo describe al Padre que coloca el anillo de la la reconciliación en la mano del hijo que regresa.

Pablo muestra las bendiciones del pecador reconciliado.

¿QUE LO PERDIO?

v.12 Obstinación

v.13 Egoísmo

v.13 Separación

v.13 Sensualidad

v.14 Destrucción Espiritual

v.15 Humillación de si mismo

v.16 Hambre

¿COMO SE RECONCILIÓ?

v.17 Reconocimiento

v.18 Resolución

v.19 Arrepentimiento

v.20 Regreso

v.20 Reconciliación

v.22 Ropas nuevas

v.23/24 Regocijo

Conferencias Generales 7 al 13 de octubre de 1996:LA PALABRA DE DIOS: “FUNDAMENTO Y GUÍA PERMANENTE DE MI VIDA”

Reuniones Previas Tema General: “HACIA LA PLENITUD POR LAS ESCRITURAS”

Subtema, “EL FRUTO Y LLENURA DEL ESPÍRITU”
Texto Bíblico: Gálatas 5:22-25; Efesios 5:18
INTRODUCCIÓN:
Las Sagradas Escrituras con sus 66 libros inspirados por el Espíritu Santo constituyen la única fuente de conocimiento de la persona de Dios y de sus propósitos eternos. La Escritura es la fuente única e inapelable de autoridad en la iglesia de Cristo en materia de doctrina y de práctica.
La Escritura es parte integral y fundamental de la actividad redentora de Dios. Es una forma especial de revelación. Dios, que se ha revelado en hechos redentores, se ha revelado también en la Persona de su Hijo y en la Palabra escrita. El método elegido por Dios para entregar esa revelación es la inspiración. La verdadera autoridad espiritual en la iglesia y el mundo entero reside únicamente en la Palabra inspirada, el tesoro mas valioso que el mundo tiene, por eso los creyentes nos regocijamos Para siempre, oh Señor, permanece tu palabra en los cielos”(salmos 119:89).
I - EL FRUTO DEL ESPÍRITU (Galatas 5:22-24)
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”
El apóstol Pablo destaca que el fruto no es lo que el hombre puede hacer, sino lo que el Espíritu de Dios puede producir. El cristiano debe ser activo, pero no es su actividad el origen del fruto. El fruto es del Espíritu.
Pablo enumera nueve elementos, pero se refiere a un fruto, ‘el’ fruto, el apóstol enfatiza que esos nueve elementos constituyen una unidad y están estrechamente relacionados unos con otros.
El fruto es aquello que el Espíritu garantiza a todos los creyentes que viven bajo su guía y control; el apóstol no está hablando en este pasaje de dones, sino de dádivas conferidas a todos los creyentes, lo carnal es el resultado de nuestra obra; lo espiritual es resultado de la actividad de Dios en nosotros.
1 - AMOR
El primer elemento de los nueve que integran “el fruto” del Espíritu es amor. Los vocablos griegos son el sustantivo agape, amor, y el verbo agapao, amar.
Se utilizan en el Nuevo Testamento para describir la actitud de Dios el Padre hacia el hijo: “El padre ama al Hijo“(Juan 5:20). El mismo vocablo se utiliza para enseñar que el Hijo ama al Padre: “…para que el mundo conozca que amo al Padre, como el Padre me mandó , así hago”(Juan 14:31) .
Existe, entre las personas de la bendita trinidad, una actitud eterna de amor, es un hecho que antecede a la historia humana y al universo creado: “…de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…”(Juan 3:16).
Hay que destacar que el amor de Dios no es de complacencia con el pecador, todo lo contrario. El amor es el ejercicio de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin ninguna causa que provenga del hombre, porque todo se origina en la naturaleza de Dios.
La palabra griega, agape, amor, describe además la actitud de Dios hacia aquéllos que han creído en Cristo: “…el Padre mismo os ama”(Juan 16:27), “…el que ama, será amado por mi Padre”(Juan 14:21).
Este vocablo describe asimismo la voluntad de Dios con respecto a la actitud que sus hijos tienen que mostrarse mutuamente, la que tienen que mostrar hacia todos los hombres: “…como yo os he amado, que también os améis unos a otros”(Juan 13:34), “…abundan en amor unos para con otros y para con todos…”(1 Tes. 3:12).
El amor inmenso que el Padre siente por el Hijo, el Hijo lo siente por el Padre, éste amor se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu (Rom. 5:5) con un propósito: para que ahora sea expresado en las vidas de los creyentes, como fruto del Espíritu.
El amor cristiano tiene a Dios como principal objeto, y se expresa ante todo en una implícita obediencia a sus mandamientos, (Juan 14:15,21,23; 15:10; 1Juan 2:5; 5:3; 2Juan 6). Contrariamente el hacer la propia voluntad, esto es, complacer los propios deseos, es la negación del amor debido a Dios.
El amor cristiano, hacia los hermanos, o hacia los hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la natural inclinación de éstos, ni se derrama solo sobre aquéllos con los que tenemos una cierta afinidad. El amor no tiene envidia, no busca lo suyo, no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo soporta(1 Cor. 13). El amor busca la oportunidad de hacer el bien a “todos y mayormente a los de la familia de la fe” Gálatas 6:10. (1Cor.13; Col.3:12-14).
2 - GOZO
El vocablo original es el griego chara, gozo, deleite, alegría, regocijo. (aparecen en el Nuevo Testamento 72 veces).
No se trata tanto de una alegría exterior, sino más bien de una satisfacción que brota por el hecho de nuestra relación con Dios, debido a la salvación, a que hemos sido recibidos como hijos de Dios, a la comunión cristiana (fil. 7), al lugar que Dios nos ha dado “en Cristo”.
Pablo llega a regocijarse en sus sufrimientos (Col. 1:24) todo, aun su prisión, lo estima como parte de su ministerio (Efe. 4:1). El regocijo del creyente tiene otras varias connotaciones , dice en Romanos 5:2: “Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.
Todo creyente puede decir “no soy más enemigo de Dios; estoy reconciliado por medio de Jesucristo mi Señor”. Esto es lo que Pablo dice: “… Nos regocijamos en Dios por el Señor Jesucristo… ” Romanos 5:10-11.
Las escrituras nos muestran que Dios es la base del regocijo del creyente, y que Dios es el objeto de ese regocijo (Luc. 1:47; Fi;. 3:1; 4:4)
3 - PAZ
La Palabra “paz” tiene su historia. El vocablo hebreo shalom expresa la esperanza y la oración de que la persona la que se saluda pueda disfrutar todo beneficio y todo don “proveniente de la mano de Dios” .
El vocablo original eirene, paz, se deriva de un verbo que indica la unión de diversos elementos. La paz con Dios es la relación en la cuál Dios coloca a los creyentes cuando éstos reciben la obra reconciliadora de Cristo en la cruz. Esa paz con Dios nace para confiar en Cristo como salvador.
La paz de Dios está basada en la paz con Dios . Esa paz de Dios a de caracterizar la vida de los creyentes que hemos aceptado los caminos de Dios para la vida, sometiéndonos a la guía y al control del Espíritu
Esa paz que goza el cristiano es “el estado tranquilo del alma, asegurada de su salvación a través de Cristo, de éste modo no temiendo nada de Dios, y contentándose con su suerte terrena, cualquiera que ésta sea”(Thayer)
4 - PACIENCIA
La palabra griega del N.T. para Paciencia es makrothumia, largura de ánimo (mansedumbre), expresa paciencia ante personas hostiles (Trench).
La paciencia caracteriza el obrar de Dios y de Cristo con todos los hombres.”Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba”(1 Pedro 2:23). Makrothumia es un rasgo de Dios (Salmo 103:8).
La paciencia es el arma para enfrentar la hostilidad del mundo en su actitud hacia la iglesia, cuando el creyente muestra longanimidad (entereza), no se irrita fácilmente, soporta la adversidad de la vida, las ofensas de los hombres, etc.
Si éste elemento del fruto del Espíritu falta en nuestra vida, nos veremos envueltos en luchas estériles, buscando inútilmente la defensa propia ante condenas amargas de otros. La solución es: “remitir la causa al que juzga rectamente”(1Pedro 2:23).
5 - BENIGNIDAD
El vocablo chrestotes, dicho de cosas, de aquello que es placentero, dicho de personas, bondadosas, benignas. Chrestotes, con el sentido, de una disposición benigna de corazón o de bondad, no solamente como una cualidad, sino la bondad en acción.
En Romanos 3:12 (cita Sal.14:1), “…no hay quién haga lo bueno, …” figura como un atributo humano; pero en Romanos 11:22 indica la actitud de Dios hacia los pecadores, a través de Cristo: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”.
Esta cualidad del carácter divino, nos permite entender el concepto de benignidad, como fruto del Espíritu, y nos ha de permitir tratar a otros de la misma manera en que Dios nos ha tratado a nosotros (Vine)
6 - BONDAD
El vocablo agathosune, indica el carácter esencialmente bueno, generoso amable, del hombre en quien obra el Espíritu del Dios de bondad.
La característica sobresaliente de bondad es la generosidad que da a otro lo que éste nunca pudo haber ganado, es la generosidad que surge del corazón de Dios hacia el hombre; con esta misma actitud de corazón debemos atender a los demás.
7 - FE
La palabra griega es pistis; aquí no significa la fe salvadora, tampoco se trata de la fe como cuerpo de doctrina, la mayoría de los comentaristas apoya el sentido de fidelidad, que es lo que más se ajusta al contexto, ya que se trata de una manifestación del fruto del Espíritu y no de la fe en el sentido del medio por el cual recibimos la salvación.
En Gálatas 5:22, se traduce (en varias versiones modernas) como fidelidad o lealtad del cristiano, en relación con Dios y sus semejantes, nos habla de alguien “confiable”, es decir, de una persona de quien se puede depender, en cuanto a lo que dice y hace.
Hay personas en cuya palabra no siempre se puede confiar, y están aquellos que siempre encuentran las excusas para explicar por que no han cumplido las responsabilidades que asumieron.
La fidelidad es un atributo de Dios, la fidelidad o confiabilidad de los creyentes es posible porque el Espíritu Santo es el Espíritu capacitante, en aquél creyente rendido a Él.
8 - MANSEDUMBRE
Se trata del vocablo griego prautes, que denota dulzura, una conducta suave no pendenciera y apacible con los demás, el concepto es semejante al de benignidad, pero se destaca que el hombre manso no se estima a sí mismo en nada; no tiene posiciones que ocupar ni intereses personales que defender.
Esta mansedumbre no debe ser confundida con debilidad, o con la falta de carácter, ya que el hombre manso de Gálatas 5:22 obra así en razón del poder del Espíritu santo, y no en razón de su debilidad.
9 - TEMPLANZA
Figura como traducción del griego enkrateia, de kratos, fuerza. Enkrateia significa dominio sobre algo o sobre uno mismo. La traducción de Gálatas 5:23 sería dominio propio, autocontrol y se aplica a los deseos de la carne. El poder contenerse a uno mismo, es decir los deseos e impulsos de uno mismo.
La templanza, no se aplica solamente a la castidad o continencia sexual (1 Cor. 7:9), también se aplica a placeres en general.
II - EL FUNDAMENTO DEL FRUTO (Gálatas 5:24)
“Porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”
El Espíritu tiene un gran antagonista, la carne, el Señor dice en Juan 3:36 “lo que es nacido de la carne (g. sark), carne es; y lo que es nacido del Espíritu (g. pneuma) espíritu es”. Cristo el Señor presenta al Espíritu de Dios en contraposición a la carne, el Pneuma, representa la esfera de la acción de Dios, sark, representa la esfera de acción del mundo, de lo carnal, de lo diabólico.
Los que son de Cristo “han crucificado la carne”, esta no ejerce ya más dominio sobre el creyente, han roto definitivamente con la carne, su vieja naturaleza.
En Romanos 6:6 y Gálatas 2:20 dice que la crucifixión del creyente con Cristo es una obra de Dios, en Gálatas 5:24 hace referencia a la responsabilidad del creyente en dar las espaldas a la vieja vida de “pasiones y deseos”.
III - ANDAR EN EL ESPÍRITU (Gálatas 5:25)
Pablo concluye diciendo: “si vivimos por el Espíritu, andemos por el Espíritu” (Gálatas 5:25) , es que ahora debemos vivir como lo que somos, el apóstol señala “andemos… por el Espíritu”.
Es necesario destacar la importancia del “andar”, sería un error pensar que, dado que la fuerza proviene del Espíritu, entonces el creyente puede contemplarlo todo pasivamente.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:16-17) .
Hay una exhortación urgente a caminar por el poder y por la presencia del Espíritu que mora adentro.
El vocablo “en” destaca que el creyente no puede andar este camino sin la ayuda del Espíritu, el v.17 señala que hay dos fuerzas que “se oponen entre si”; hay una lucha entre el Espíritu de Dios y la carne.
Muchos creyentes viven como si el conflicto no existiera. Dicen erróneamente:
“Señor, que tú nos tomes y nos llenes de tu Espíritu Santo”.
Se pretende, inconscientemente, trasladar a Dios lo que es la responsabilidad del creyente, no hay en el Nuevo Testamento ninguna enseñanza para que pidamos en oración ser llenos del Espíritu. Podemos orar para cumplir las condiciones, de no contristar o apagar el Espíritu, pero no debemos transferir a Dios lo que Él dice que es nuestra responsabilidad y nuestro privilegio, de “andar” por el Espíritu.
El creyente que vive y anda por el Espíritu, tiene que esperar oposición y no aplausos, siempre la carne se opone al Espíritu (Gálatas 5:17).
El creyente debe aprender a depender del Espíritu, dedicar tiempo al ministerio de la oración, alimentar al hombre nuevo, servir a Dios en donde nos ha colocado, obedecer a todo lo que el Espíritu sugiera, no permitir que el pecado se acumule sobre la conciencia, aprender cómo se restaura la comunión con Dios cuando ha caído, practicando la confesión a Dios, de todo pecado.
La vieja naturaleza está continuamente queriendo volver a controlar la vida, la carne se niega a morir. No debemos desanimarnos, la salida está en lo que Pablo asegura: “andad por el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne”.
La responsabilidad recae sobre cada uno, hemos de decidir si queremos depender de la carne o del Espíritu.
IV - SED LLENOS DEL ESPÍRITU (Efesios 5:18)
“…Sed llenos del Espíritu”
La alternativa de que hemos de ser llenados por el Espíritu no es optativa, es obligatoria, no se trata de una exhortación, sino de un mandamiento, para ser lleno del Espíritu Santo la voluntad del creyente tiene un lugar fundamental.
El Espíritu Santo no ha de controlar a un creyente hasta que éste le reconozca como aquel Ser que ha sido enviado por el Padre, para santificar la vida para confiar en Él, para que lleve a cabo numerosos ministerios en nosotros.
Su mandato abarca a todo creyente, no solamente a los que tienen actividad pública, la iglesia primitiva exigió plenitud del Espíritu para una tarea humilde como servir a las mesas (Hechos 6:2-3).
El Espíritu ha venido a la vida para cumplir el extenso y variado ministerio para que todo creyente busque ajustar su vida para vivir la plenitud del Espíritu Santo. Esta plenitud no es un privilegio de unos pocos, sino una bendición que está al alcance de todos los creyentes en Jesucristo.
El corazón del creyente tiene que ejercitarse en responder a las demandas del ministerio de la palabra de Dios. Estas demandas son siempre crecientes, pero las bendiciones que vendrán serán siempre abundantes.
La responsabilidad de ser llenos del Espíritu es de cada creyente, y no debe ser atribuida a Dios. Esta plenitud del Espíritu no es para creyentes excepcionales, es una responsabilidad y un privilegio que Dios ha colocado en manos de los creyentes comunes como nosotros.
CONCLUSIÓN:
Una de las metas más elevadas del creyente es “la plenitud de Cristo”(Efesios 4:13); hacia esa meta debemos avanzar cada día, esto quiere decir que, cualquiera que sea nuestro estado como creyentes, nuestro próximo paso es Cristo.
Hay pues, conforme a la escritura, una doble plenitud que el creyente en Cristo puede y debe anhelar: La plenitud del Espíritu y la plenitud de la morada de la Palabra de Dios en cada uno de nosotros, para que de esta manera: LA PALABRA DE DIOS: SEA EL “FUNDAMENTO Y GUIA PERMANENTE DE NUESTRA VIDA”. AMEN.
 Pr Juan Carlos Aranda
Iglesia Cristiana Evangelica
Washington 651 V. Dominico
Buenos Aires - Argentina
Bibliografía Consultada :
El Don del Espíritu Santo (H. Alonso)
Dicc. Exp. de palabras del N.T. (W.E.Vine)
Comentarios B. de Est. de Scofield
Comentarios B. de Est. de Ryrie

El Cristiano 80/20

¿Eres un cristiano 80/20? ¿Se puede contar sólo con el 80 % de tu persona?

Dios necesita discípulos “ciento por ciento”

¿Conoces la regla del 80/20? El economista italiano Vilfredo Pareto fue el primero en notar el principio de que 20 por ciento de nuestros esfuerzos producen 80 por ciento de nuestros resultados y viceversa. Y la regla es aplicable a cada aspecto de nuestra vida. Tu lo sabes, el 20 por ciento de las personas hacen 80 por ciento del trabajo, 20 por ciento de las personas dan 80 por ciento del dinero, 20 por ciento de las personas acumulan 80 por ciento de las riquezas, y así por el estilo.

Había una persona 80/20 que vivía una vida 80/20. Era el tipo de persona con la que siempre se podía contar con 80 por ciento en todo lo que hacía. Bueno, no siempre, pero por lo menos 80 por ciento del tiempo.

Un día la persona 80/20 decidió que le gustaría convertirse en cristiano o, por así decirlo, 80 por ciento de cristiano. Sólo podía acceder a creer 80 por ciento de lo que la Biblia dice. Tu sabes, el nacimiento virginal “No fastidies”, la expiación de los pecados, la encarnación humana de un Dios invisible “Eso no lo cree nadie”. Y eso de levantarse de entre los muertos “¡Por favooor!”.

Pero estaba muy motivado (80 por ciento) a que su fe cambiara su vida. En secreto esperaba una mejoría de 80 por ciento. “Esto satisfará 100 por ciento de mis expectativas”, pensaba.

Comenzó a asistir a la iglesia (cuatro de cada cinco domingos, por cierto que esta era una marca espléndida) lo cual disfrutaba por completo, deberíamos decir, 80 por ciento del tiempo. Cuando asistía se quedaba a escuchar todo el servicio (un gran logro en sí mismo), aunque sólo escuchaba 80 por ciento del sermón. Cantaba 80 por ciento de los himnos con 80 por ciento de entusiasmo y oraba 80 por ciento de las oraciones con 4/5 de su corazón.

Un día le dijo a un amigo “¿Sabes? En verdad me gusta mucho este asunto del cristianismo, por lo menos 80 por ciento. Pero hay como 20 por ciento que es un tanto difícil de tragar”. Así se sentía casi 4/5 del tiempo. Añadió: “Creo que la Biblia es 80 por ciento cierta”. La Biblia lleva mucho peso en su vida, pesaba unos dos kilos. Era un cristiano 80/20.

Pero tu sabes cómo funciona la regla 80/20. Así que este tipo de cristianismo aliviaba solo 20 por ciento de sus temores, removía meramente 20 por ciento de sus ataques de ira y solo encontró 20 por ciento del sentido de propósito y significado que deseaba. “Esto es mucho trabajo con pocos resultados”, pensó.

El 80 por ciento del tiempo se encontraba de mal humor, criticando a su esposa, gritándole a sus hijos, andando en desacuerdo con su pastor, odiaba a su jefe, estaba amargado con su destino, cansado, paralizado por sus temores, ansioso en cuanto al futuro, al borde de un desastre financiero y casi siempre frustrado por la vida.

Un día leí su Biblia (lo cual hacía 20 por ciento del tiempo). Por lo general pasaba por alto el 80 por ciento de los versículos buscando algo profundo, algo que proveyera vigor a sus emociones y le prestaba 80 por ciento de atención a los versículos que leía. Cuando de pronto estas agudas palabras saltaron de la página produciendo espantosos ecos en las paredes de su cerebro (80 por ciento de ellas estaban vacías).

“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitara su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (Ap. 22.18-19).

El 80/20 estaba sumamente sorprendido... estupefacto de que estas palabras fueran las últimas palabras de la Biblia... petrificado porque había llegado tan lejos, había pasado el primer 80 por ciento. Se dio cuenta de que las oportunidades de que sucediera eso eran menos de una en cinco.

“Si esta es la forma que decidió usar Dios para resumir la Biblia estas deben ser palabras muy importantes, en efecto: No añadas ni quites nada. ¡Ajá!

Sí, Sí. Quiero disfrutar del árbol de la vida. Quiero caminar en las avenidas de la santa ciudad. Deseo andar en el río de la vida y sentir sus refrescantes aguas alrededor de mis pies” pensó.

De pronto se le ocurrió al 80/20 que o estaba a favor de Dios o en contra suya. Sus ojos se abrieron de inmediato y vio con claridad que estar “adentro” 80 por ciento es en realidad estar “afuera”. Su cuerpo se convulsionó y gritó cuando sintió un intenso y ardiente dolor en el 20 por ciento restantes de su alma.

Cayo de rodillas con 100 por ciento de su peso, rogó a Dios con 100 por ciento de su corazón, lloró 100 por ciento de sus lagrimas, se arrepintió 100 por ciento de su ceguera espiritual y de su pecado, rindió 100 por ciento de su vida, prometio 100 por ciento de lealtad, dedico 100 por ciento de su tiempo y su dinero, se comprometió a ser 100 por ciento obediente y sometió 100 por ciento de su ser a un 100 por ciento de la autoridad de un 100 por ciento de la Biblia. Fue el primer momento 100 por ciento en su vida de 80 por ciento. Era algo infinitamente superior a cualquier otra cosa que pudiera imaginarse.

Cuando pasó 80 por ciento de la euforia, se percató de que sólo había perdido 20 por ciento del brillo. En su interior recordó el verso de un himno: “Algo pasó y ahora lo sé. Me tocó. Mi salvador me restituyó”.

En los días siguientes se enfrentó a un enigma. El 80 por ciento del tiempo se lo pasaba en la cresta de la ola. Pero 20 por ciento restante sus circunstancias parecían insuperables, inconquistables e imposibles de solucionar. Pero, aun en medio de la dolorosa angustia, el dolor y las lagrimas, se hallaba lleno, de paz y de gozo. Sí, experimentó el mismo tipo de emociones mortales que antes, pero debajo de esa vacía e inerme fachada de un gozo inmortal.

Durante aquellas tormentas –en aquel 20 por ciento- mientras el pequeño navío de sus circunstancias se tambaleaba en los mares de la vida, Roberto se percató de que el ancla divina de la Santa Palabra inamovible, soberana, autorizada e infalible le sostenía en las olas como si fuera la mano misma de Dios. Y eso sucedió 100 por ciento del tiempo.-


Autor: Desconocido, tomado de Los Elegidos, vol. 43

JCA- 25/11/04

viernes, 10 de octubre de 2008

EL EVANGELIO EN ACCION

Introducción:

La gran mayoría de creyentes no evangelizamos, al menos como deberíamos. Y nuestra falta de evangelización va contra toda lógica. Razones poderosas no nos faltan para que evangelicemos. Hemos recibido el mandato de parte de Jesús, a quien decimos que seguimos y obedecemos. Nuestros vecinos, compañeros y familiares van camino a la perdición y nosotros tenemos en nuestro poder el enseñarles el camino de la salvación. Dios nos ofrece por medio de su espíritu todos los recursos espirituales que necesitamos.

La Obediencia

De entre las varias motivaciones que podríamos tener en la evangelización destaca en primer lugar La Obediencia. Nuestro Señor nos lo manda –de hecho fue su último mandato- y puesto que somos sus discípulos y reconocemos su señorío en nuestras vidas, evangelizamos porque acatamos lo que el dice.

Por supuesto no podemos separar la obediencia del amor a Cristo. Le obedecemos porque le amamos (Juan 14:21, 23 y por lo tanto proclamamos el evangelio 2 Corintios 5.14-15).

La Compasión

Si es autentica la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros, empezaremos a sentir lo que Cristo sentía: una gran Compasión por las personas que le rodeaban (Mateo 9:36;

2 Pedro 3:9),. Fue porque Dios amaba al mundo que envío al Hijo; y es porque el Hijo ama al mundo que nos envía a nosotros. El amor a la gente y la compasión por su condición espiritual son motivos fundamentales para la evangelización Romanos 1:16.

El Amor a Dios

Nos debiera impulsar a la evangelización el Amor a Dios y a su nombre; o sea, el celo por su honor, reputación y justicia en el mundo. La evangelización es ante todo la proclamación de quien es y como es el Dios verdadero (Isaías 42:6-8; 45:5-7; 45:20-23) y lo que él ha hecho en Cristo.

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A esta altura del mensaje de la Palabra de Dios deseo que reparemos en la cuestión planteada en el titulo del sermón de esta noche:

¿Cual es la diferencia entre una campaña evangelista y un avivamiento?

1 – Una Campaña Evangelista no es un Avivamiento. La podemos llamar un avivamiento, pero ello no le hace un avivamiento. Podemos anunciarla como tal, pero aún no será un avivamiento. Podemos organizar una campaña evangelística, pero no podemos organizar un avivamiento. Una campaña evangelística puede ser organizada por el hombre; hasta los más mínimos detalles y con gran cantidad de publicidad, un gran coro, ujieres, consejeros, etc. Podrán ganarse almas para el Reino de los cielos.

Ahora bien, una campaña evangelística puede transformarse en un avivamiento; pero, si comienza como una campaña, es probable que termine como tal.

2 – Una Campaña Evangelística es un Esfuerzo de Parte de la Iglesia Para Ganar a los

Perdidos Para Cristo, hay almas salvadas y damos gloria a Dios, pero el avivamiento no se fabrica.

3 – Un avivamiento comienza con el pueblo de Dios: solo puede avivarse la vida, si no hay vida no hay posibilidad de avivamiento. Por ello cuando vamos a ganar almas para Cristo no hablamos de avivamiento, dado que los que están muertos en sus delitos y pecados no pueden ser avivados si no son primeramente salvados.

Pero es diferente con el pueblo de Dios, cuando hay vida siempre hay posibilidad de un avivamiento, aquellos que están verdaderamente salvados, aquellos que realmente han nacido de nuevo y que se han enfriado y vuelto indiferentes, aquellos que han perdido el primer amor, pueden ser avivados.

Cuando la iglesia a sido avivada, las almas serán salvadas por ello debemos continuar orando al Señor: “AVIVA TU OBRA, OH, SEÑOR”, porque siendo la obra de Dios, entonces Dios puede avivarla.

4 – Un avivamiento es la manifestación del poder de Dios: La Biblia dice: “...el poder del Señor estaba presente...-“(Lucas 5:17) y sigue diciendo “...Y se quedaban atónitos ante el gran poder de Dios”. ¿Están nuestras congregaciones absolutamente asombradas ante el poder de Dios en medio de nosotros?

5 – Un avivamiento resulta siempre en una profunda convicción de pecado: Cuando esto sucede los pecadores hacen la pregunta del carcelero de filipos: “Señores, ¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Cuando el pecador se encuentra bajo terrible convicción, consciente de su condición de pecador, clama por misericordia al Señor Jesucristo para que el lo salve, para ser librado de la condenación eterna.

6 – Un avivamiento da la gloria a Dios porque:

a) Ajusta las cuentas con Dios, hay dos maneras de hacerlo, primero mediante la confesión, y después por la restitución. Hay tres fases en la confesión:

En primer lugar, hay una confesión privada. Si el pecado se ha cometido en contra de Dios, solo en contra de Dios, y nadie sabe de ello, entonces solamente es necesario confesárselo a Dios.

En segundo lugar, la confesión personal. Si se ha cometido el pecado en contra de otro individuo, entonces no puede haber perdón hasta que se haya hecho confesión, no solamente a Dios, sino a la persona perjudicada.

En tercer lugar, confesión pública. si tu pecado ha sido cometido en contra de toda la iglesia, o si mucha gente lo sabe, entonces tu confesión tendrá que ser hecha en público, antes que se pueda corregir el mal.

En 1 Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Pecado confesado es pecado perdonado, y el pecado perdonado es un pecado limpiado.

La razón de que hay tantos que son tibios, fríos e indiferentes, que no se gozan de su salvación, que no se gozan en la lectura de la palabra de Dios, ni en la oración, y de que no reciben respuesta a la oración y sus vidas no son de testimonio, es que hay algún pecado oculto que no ha sido confesado. ¿Por qué no lo confiesas?

b) – Trabajar en Oración, en muchas ocasiones hemos hablado acerca de la oración con 1relación al avivamiento. Trabajar en oración es de gran importancia, tu y yo hemos de aprender esta lección; porque nunca veremos, nunca prevaleceremos delante de Dios, hasta que no sepamos cómo afanarnos.

c) – Predicar la Palabra, en todo avivamiento hay cinco asuntos que reciben énfasis.

Primero de todo, pecado y salvación. Después cielo e infierno. Y por ultimo, el juicio.

El pecado, no puede haber avivamiento a no ser que se convenza de pecado a los hombres, las personas tienen que darse cuenta que están perdidas, de que son impotentes, de que merecen el infierno, de que están muertos en delitos y pecados, y que fue el pecado de ellos que puso a Cristo en la cruz.

La salvación, el remedio de Dios para el pecado, no podemos olvidar tampoco el cielo y el infierno; debemos relatarles acerca del cielo, tenemos que advertirles acerca del infierno.

Al final de todo, el juicio. La humanidad tiene que saber que Dios ha dispuesto un día en que El juzgará al mundo, tienen que saber, cuando menos lo piensen estarán de pie ante el creador para ser juzgados.

La obra del Espíritu, Muchas veces hemos enfatizado en la importancia de la plenitud del Espíritu Santo. Hay dos maneras de obrar, podemos continuar con nuestras actividades, si deseamos, en la energía de la carne, o podemos trabajar en el poder del Espíritu, obrar en la energía de la carne no requiere pasión, ni carga, ni afán. Tan solo precisa de dones, talentos, organización, publicidad, educación, instrucción, etc.

¿Y qué es lo que Dios tiene que decir con respecto a esto? Su Palabra afirma: “No con ejercito, ni con fuerza, sino con mi Espíritu” Zacarías 4:6. En otras palabras no es por el ingenio humano, ni mediante organizaciones, sino por el poder del Espíritu Santo.

Hay un precio que pagar. El pueblo de Dios tiene que ajustarse, mediante la confesión y restitución. Tenemos que afanarnos en oración, tenemos que predicar la Palabra, tenemos que trabajar en el poder del Espíritu Santo. Cuando tú y yo paguemos el precio, Dios obrará.

JCA 27/11/04